Si te sientes especial y llevas una vida plena, este artículo no es para vos.

Compartiré mi experiencia personal y una reflexión al respecto, que es solo un punto de vista y la invitación es a que cada uno pienso esto para sí.

De niño, adolescente, en muchos momentos, me he sentido mal conmigo mismo, de baja autoestima podría decir. Me comparaba con otros y siempre estaban mejor situados que yo, que en nada me destacaba. Y desde ese lugar deseaba sentirme “especial”, creyendo que eso me permitiría sentirme bien. Luego al entrar a la Universidad, las cosas se fueron revirtiendo, sobresalía como estudiante, tenía muchas amistades, buenas relaciones de pareja, descubrí mi faceta artística logrando mayor expresión. Todo eso continuo, me casé, me recibí, tuve hijos, nunca me falto el trabajo, tuve muchos logros en distintos ámbitos, me destacaba, hacía lo que quería, tenía la vida elegida, y claro, llegué a sentirme muchas veces “especial”.

Aunque para ser sincero, en mi interior, no lograba del todo sentirme bien, siempre con una inquietud, una ansiedad, buscando que más hacer, una nueva terapia, una nueva formación, una nueva actividad, y aun así algo dentro no se calmaba, me estresaba, no estaba en Paz.

En mi caso, como en el de otras personas, asociaba el ser especial con ser feliz. Y hay toda una educación principalmente desde la publicidad que transmiten y refuerzan este mensaje. Parece que no es así.

 

¿QUÉ ES SER ESPECIAL?

Con “especial” me refiero a esa necesidad de sobresalir, a veces buscando hacer las cosas “bien”, “perfectas”, posiblemente para aumentar la valía personal, para sentirme diferente, hacer algo fuera de lo común, ser reconocido, apreciado, querido, para ser “alguien en la vida”, útil, productivo y darle un sentido a mi existencia. Algunos buscan ser especial intentando ser conocidos, exitosos en lo que hacen, porque además eso es lucrativo y los que lo logran, se consideran tan importantes que hasta se sienten más que los demás, que se han superado y superado a muchos. Jiddu Krishnamurti dice que esto es porque internamente nos sentimos nadie, no hay riqueza en nosotros, y por eso la buscamos afuera.

Creo que el sentirnos especial es algo muy sutil, a veces no nos damos cuenta que buscamos sentimos así, o lo tomamos como algo natural, porque hay otras personas que dependen de nosotros, ya sea empleados, clientes, pacientes, estudiantes, familiares, por el lugar que ocupamos en alguna institución o comunidad o familia, por los logros que hemos obtenidos. Y todo eso nos da cierto poder, y ese poder nos hace especial. Pero ese poder nos da una falsa seguridad, nunca un bienestar interior que viene de una confianza interna, de lo más profundo de nuestro Ser. Todo lo que obtengo en la vida, lo que se logra, se puede perder, porque así como viene, se va en cualquier momento. E invertimos gran cantidad de energía en sostener eso logrado, lo que requiere mucho control y exigencia. Y aun así, sabemos que se puede perder, entonces el miedo y la ansiedad es el telón de fondo, como también la tensión y el cansancio. El ser especial me termina estresando y alejando de los demás, de la simpleza. Y de esta forma me alejo de mi Paz.

Otra forma que he descubierto de sentirse especial, es cuando nos enojamos y resentimos si las cosas no salen como esperábamos. Decimos: -Esto no debiera haberme pasado.- O también, cuando hago todos los esfuerzos y no me pasa lo que espero que me pase. Nos quejamos: -Si yo no me meto con nadie, porque se meten conmigo.- -Porque me tratan mal, si yo no lo hago.- Esperamos una justicia cósmica, pero la vida no funciona de esta manera. No somos especiales, y solo podemos elegir aprender o no de lo que nos pasa, vivir con lo que nos va aconteciendo.

 

¿Y SER ÚNICO?

En un jardín en El Bolsón, contemplaba una flor de color amarillo, desde mi juicio hermosa, y al lado otras más que ya se estaban marchitando. Y ahí pensé, esta flor es única, bella y no se debe sentir especial, no se compara ni con las marchitas ni con otras del jardín, no se exige ser de otra manera de lo que es. Y a mi lado tenía una gata, Zaturno, que dormía, y sus días transcurren entre comer, dormir, mirar no sé qué, por ahí corretear un rato, pero no mucho más que eso.  A excepción de muchos humanos, en la naturaleza todos los seres se contentan con el existir, no con buscar ser especial, o sobresalir.

Esta sociedad capitalista, nos hace pensar que si tenemos tal ropa, tal tecnología, tal ideología (sea conformista o revolucionaria), tal carácter, si somos famosos en las redes, tal cargo o título, seremos especiales y nos vende modelos de seres especiales que son super felices. Y por otro lado nos uniformiza a todos, nadie se escapa, terminamos consumiendo más de lo que necesitamos, el mercado se mete por algún lado, y lo único que le importa es hacer negocio, mientras más frustrados nos sentimos, más consumimos.

Ser únicos, es algo a lo que no debemos aspirar, ya lo somos. Solo debemos reconocerlo, eso pondrá la autoestima en su lugar. No se logra ni se compra. Somos únicos porque no somos copia de nadie, somos un original, y por ellos ocupamos un lugar en el espacio y el tiempo, y lo merecemos. Y ser únicos, no nos hace especiales, porque todos los seres son únicos, y en eso somos todos iguales, ordinarios (en el sentido de ser común y corriente). Buda, María Magdalena, John Lennon, mi abuela, todos fueron únicos, pero no especiales, cada uno con sus dones y los desarrollaron según sus intereses. Los conflictos, las enfermedades y la muerte, no reconoce seres especiales, a todos nos toca.

 

LA RENUNCIA

Cuando renunciamos a ser especial nos humanizamos, dejamos de ser tan ambiciosos, de hacer cosas para que nos reconozcan, ya no nos importa tener poder y controlar todos los aspectos de nuestra vida. Dejamos de correr tanto, de competir, de compararnos, de tomarnos las cosas tan personal, tan a pecho.  La envidia, las expectativas, la ansiedad, la testarudez y hasta el enojo cede, soy más tolerante, y tengo mayor energía para lo que quiero, doy lo mejor de mí y no me desgasto.

Es tan importante renunciar a ser especial, como reconocerme como un ser único, distinto e igual a los demás.

 

POR SER ÚNICO TENGO DERECHOS

Derecho a existir y ocupar un lugar en el espacio. Derecho a elegir lo crea mejor para mí. Derecho a crear y vivir mi vida como quiero. Derecho hacer lo que amo, más allá de lo que piensen los demás.   Derecho a buscar la Verdad por mí mismo, escuchar todo, quedarme con lo que me resuena. Derecho a decir Sí, y a decir No.

Claro que no tengo derecho a meterme en la vida de los demás, juzgarlos, ni esperar que me acepten o me quieran siempre. Puedo pedir respeto y dar respeto.

Cuando me reconozco único, me amo a mí mismo; y cuando me considero no especial, sino común a todos, amo y respeto a todos los seres por igual.

Que reconozca que no soy especial, no significa que haya personas en mi vida que las considere especiales para mí. A veces los hijos, la pareja, los padres, las amistades, maestros, son personas que sobresalen entre las demás por el afecto que les tengo y por ello son especiales para uno. Aunque sepa que en realidad no son especiales, solo lo son para mí. Por ejemplo, como me gusta el helado de coco, digo que es rico, es mi helado especial, pero eso no significa que los demás sabores sean mediocres. El de coco es solo rico para mí, porque en realidad los sabores son neutros, solo las personas le proyectan sus preferencias y los hacen ricos, feos o especiales, según su paladar. Igualmente, yo puedo ser especial para alguien, pero eso no significa que realmente lo sea, yo soy común, uno más, y a la vez único.

 

CONCLUSIÓN

Como plantea Krishnamurti, para conocernos y enriquecernos internamente, requerimos cuestionar todas las creencias que nos han inculcado sobre el ser especial, el luchar, el poder, el control, la competencia, el exitismo, el progreso, el perfeccionismo, el deber, la negación del Ser. La riqueza interior requiere permanecer solos en lo psicológico, observarnos, dejar de criticarnos, perdonarnos. Pero tenemos miedo de estar solos, y nos escondemos en el trabajo, en la comida y el alcohol, en la pareja, en la familia, en la tecnología, hasta en la misma soledad (aislamiento), en el drama.

No ser especial es que puede sucederme lo mismo que a cualquier persona, y me permito estar abierto a todo, puedo elegir, dejo de protegerme, me sensibilizo, corro los riesgos que necesito para seguir desarrollándome, salgo de lo seguro, de lo automático, para sentir el misterio de vivir, siendo consciente. Y me vuelvo presente y tolerante con mis frustraciones, caídas y las de los demás.

Y en la medida que me voy aceptando tal cual soy, único, diferente e igual, me vuelvo más humilde, menos exigente y el amor deja ser algo especial para verlo donde antes no lo veía.

El amor simple y llano es lo que da sentido a la totalidad de la vida, y aunque escondido, está en todos/as.